A la 1:36, hora local del Centro Europeo de Operaciones Espaciales de la Agencia Espacial Europea, se recibían las últimas comunicaciones con Philae el módulo de la misión Rosetta que hizo historia al posarse el pasado 13 de noviembre sobre el cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko.

Philae atravesó un complicado “acometizaje”, tras tener problemas con sus dispositivos de propulsión y arpones. De hecho hizo tres “saltos” sobre el cometa y ahora se encuentra en una zona la cual no recibe suficiente luz solar para mantener la carga de sus baterías y continuar operaciones.

Una vez entrado en modo hibernación la gran mayoría de sus sistemas a bordo quedan apagados, pero en caso que el cometa atravieses una zona en que los paneles solares de Philae reciba suficiente luz solar, podría volver a activarse y continuar su trabajo.

Eventualidades de este tipo no deberían ser motivo de mínimas o máximas decepciones sobre la misión ni debería ponerse en tela de juicio su éxito. Que hayamos sido capaces de posar sobre un cometa un módulo que fue lanzado hace diez años, comunicarse con el y lograr recibir toda clase de datos, incluyendo fotografías es uno de los mayores logros que la humanidad ha tenido. Es una demostración maravillosa de la sed de “ir más allá” que tenemos como sociedad, es un evento que pasará a la historia, un antes y después en la larga e interminable exploración espacial.

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