La comarca de Babia es considerada como una de las regiones naturales más impresionantes de España. La extensión de montañas y valles que podemos encontrar en esta zona era considerada ya antaño como un lugar donde poder "desconectar". De hecho, a los antiguos reyes (que veraneaban en estas tierras), se les solía decir que "estaban en Babia" cuando se "evadían de sus quehaceres" por recordar sus pasatiempos estivales. Algo parecido ocurre en The Secret Life of Walter Mitty.
La película dirigida y protagonizada por Ben Stiller está basada en una novela corta escrita por James Thurber en 1939, aunque el guión dista bastante de la historia original. En cualquier caso, Walter Mitty siempre "está en Babia", pues suele recurrir a su imaginación para escaparse de la realidad.
Personalmente, The Secret Life of Walter Mitty no es una de mis películas favoritas, aunque creo que la música y la fotografía son realmente espectaculares. Sin embargo, es una obra entretenida para pasar un buen rato, y por qué no, preguntarse por qué el personaje interpretado por Stiller se evade tanto de la realidad. ¿Qué base neurocientífica tiene la imaginación de Walter Mitty?
¿Cómo controla el cerebro nuestra imaginación?
La semana pasada, explicábamos en ALT1040 algunos de los pecados capitales de «The Wolf of Wall Street» en relación con la neurociencia. Uno de los aspectos más destacados del corredor de Bolsa Jordan Belfort, interpretado por Leonardo DiCaprio, era su avaricia y la lujuria. Esta última se ha relacionado con la actividad del hipotálamo.
En el caso de la película The Secret Life of Walter Mitty, Stiller se caracteriza por una tremenda imaginación, que le lleva a ser un viajero recorriendo el frío polar o a rescatar a un perro de la explosión de un edificio. Aunque finalmente su personaje evoluciona, dejando de "evadirse" tanto para vivir sus sueños de una manera más real, resulta curioso preguntarse qué parte de nuestro cerebro determina el desarrollo de su imaginación, igual que ocurría en The Wolf of Wall Street.
Desde hace décadas, los investigadores han observado cómo pacientes con problemas de memoria también presentan serias dificultades para imaginar eventos futuros. Esto ha hecho pensar a los neurocientíficos que las regiones cerebrales que permiten ambas capacidades deberían estar relacionadas. Un estudio clásico fue publicado en 1965 por George A. Talland, donde asociaba los problemas imaginativos con pacientes que sufrían amnesia.Las personas con amnesia tienen problemas para desarrollar su imaginación
Años después, parece que la investigación en neurobiología confirma estas hipótesis iniciales. Parece como si nuestro pasado sirviera, en cierta medida, como bloques de construcción en lo que basar los hechos con los que imaginamos o nos evadimos de la realidad, como ocurre en The Secret Life of Walter Mitty. Si esa idea fuera cierta, la imaginación debería crearse fundamentalmente en una región del cerebro llamada hipocampo.
Un artículo publicado en 2010 en Annual Review of Psychology explica la relación entre memoria, imaginación e hipocampo. En la década de los noventa, comenzaron los primeros estudios para explorar si en realidad, como se había pensado años atrás, nuestras expectativas del futuro no era más que una amalgama de recuerdos pasados manipulados. Lo que nos ha ocurrido nos hace esperar lo que vamos a vivir.
Basamos nuestras expectativas en recuerdos pasados
Estas ideas se basan principalmente en la teoría de Tolman, que formuló su hipótesis sobre las expectativas en base a diversos experimentos realizados en ratas. Este investigador se preguntó cómo estos roedores podían tomar "determinadas decisiones" en las rutas que tenían que atravesar, si previamente no se les había mostrado el camino. Tolman pensó que las expectativas de los animales sobre la senda que tendrían que seguir, quizás podría ser "recreada" mentalmente en base a los primitivos recuerdos de las propias ratas.El hipocampo se encarga de que pensemos en sucesos futuros que no han ocurrido
¿Ocurriría lo mismo en humanos? ¿Somos capaces de predecir e imaginar solo basándonos en nuestra propia autobiografía? Para comprobarlo, se necesitaba realizar estudios mediante imagen por resonancia magnética, para ver si las zonas cerebrales que se activaban al construir los recuerdos eran iguales que las regiones implicadas en la evasión mental y la imaginación.
Una investigación muy importante en ese sentido fue realizada en 2008 por el equipo de Daniel L. Schacter, que descubrió que, tal y como se pensaba, el hipocampo se mantenía activo durante el procesamiento cognitivo y neuronal necesario para imaginar y simular eventos que no han ocurrido todavía. Stiller, por tanto, presentaría al inicio de la película The Secret Life of Walter Mitty una gran actividad cerebral en su hipocampo.
Hasta el momento, las observaciones realizadas sugieren que nuestro hipocampo tiene una especie de "lenguaje" que ayuda a mezclar recuerdos pasados para construir en el cerebro eventos futuros que no han sucedido. Se trata, en cierta manera, de una asociación secuencial, aunque los neurocientíficos también han visto cómo esta relación puede ser totalmente desordenada.La mezcla de recuerdos pasados ocurre al azar en nuestro cerebro
En otras palabras, el final de un evento que hayamos vivido puede servir como comienzo de un hecho en nuestra imaginación (siendo esta correlación la más simple que podría suceder en nuestro cerebro). El problema es que no memorizamos vivencias de manera aislada, sino que el papel que jugaría el hipocampo, según algunos estudios, podría ser más complejo al asociarse con la actividad de nuestra corteza cerebral.
El mecanismo es definido como "estocástico", es decir, ocurre al azar, por lo que en realidad, The Secret Life of Walter Mitty nos muestra un personaje con una intensa actividad en su cerebro, que recupera constantemente recuerdos pasados para mezclarlos en su mente y así dar con imaginativas historias.
Sin duda, nuestra memoria no solo hace que seamos como somos, sino también nos ayuda a evadirnos y soñar con lo que querríamos ser. Esta película puede ser un buen comienzo para darnos cuenta de la importancia que tienen las vivencias, no solo en nuestro presente, sino también en las expectativas futuras que generamos en el cerebro cuando "estamos en Babia".