Jon(Picasa)

El infarto de miocardio es una de las principales causas de muerte en España y otros países desarrollados. Con el objetivo de cuidar la salud de los ciudadanos, la mayor parte de administraciones alertan sobre los peligros de no llevar un estilo de vida adecuado, promoviendo hábitos más saludables. Y es que disminuir el riesgo de infarto se ha convertido, realmente, en una de las mayores preocupaciones de salud pública.

Dentro de los grandes tópicos científicos, o mejor dicho, dentro de los mitos que conviene matizar está el de que "una aspirina hace disminuir el riesgo de infarto". Aunque es en buena medida cierto, es importante añadir un 'pero': no en todos los casos funciona (o al menos, no de la misma manera).

El ácido acetilsalicílico, comercializado bajo el nombre de aspirina por Bayer, es considerado como uno de los primeros fármacos modernos. Debido a que una de sus funciones es servir como antiagregante plaquetario, la aspirina ha sido mundialmente conocida como el perfecto fármaco para evitar el taponamiento de los vasos sanguíneos.

Sin embargo, el hecho de que funcione, no significa que lo vaya a hacer en todos los casos. Así lo demostraron en un trabajo, donde vieron que el riesgo de infarto depende de cada persona, y que por tanto, los tratamientos preventivos deberían ser diferentes.

Partiendo de esa idea, una investigación realizada en la Universidad de Duke ha conseguido realizar un test genético a partir de la sangre de los pacientes, para evaluar el riesgo de infarto. Su método se basa en predecir no solo la efectividad de este fármaco como tratamiento preventivo, sino que también han conseguido un biomarcador importante para evaluar el riesgo de infarto en estos pacientes.

Al conjunto de individuos participantes en el estudio se les administró una dosis de 325 mg de aspirina, y los científicos norteamericanos evaluaron después qué cambios se daban en la expresión de ARN y en el perfil plaquetario. La respuesta al tratamiento con aspirina variaba dependiendo del grupo de individuos y su riesgo de infarto, y era un potente indicador de futuros problemas cardíacos.

En palabras de Deepak Voora, investigador de la Universidad de Duke, "existe algo en la biología de las plaquetas que determina cómo respondemos a los tratamientos con aspirinas y a nuestro propio riesgo de infarto". Utilizar este tipo de métodos diagnósticos basados en nuestra propia genética ayudaría, en principio, a prevenir problemas cardíacos y a tener una mayor calidad de vida.

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