Sanofi Pasteur (Flickr)

Shinya Yamanaka, el investigador japonés de la Universidad de Kyoto, recibió el Premio Nobel de Medicina o Fisiología en 2012, junto a John Gurdon, por el descubrimiento de las células iPS humanas. Un trabajo que, de probarse en la práctica clínica, podría revolucionar el ámbito de la medicina regenerativa.

Las células iPS humanas, también conocidas como células madre pluripotentes inducidas son un tipo de células madre de características un tanto especiales. En lugar de ser obtenidas a partir de embriones, el logro del equipo de Yamanaka fue el conseguirlas a partir de células adultas diferenciadas.

Las células iPS humanas, tras ser desdiferenciadas mediante la inducción específica de determinados genes, prometían ser una gran revolución terapéutica para la salud. Aunque fueron obtenidas en ratones por primera vez en 2006, conseguir las células iPS humanas fue un logro obtenido solo un año después. Desde aquel momento, los científicos tratan de ver las diferencias y semejanzas que pueden existir con el resto de células madre.

Sin embargo, y hasta el día de hoy, no se habían utilizado células iPS humanas de manera directa en medicina. Seis años después de su descubrimiento, ¿tenía sentido seguir hablando de la gran promesa de la medicina regenerativa? Aunque sí se había comenzado a plantear su uso como modelo in vitro de determinadas enfermedades, nunca se había probado su utilización directa como tratamiento terapéutico. Hasta ahora.

Hoy el gobierno de Japón ha aprobado la autorización para realizar el primer ensayo clínico mundial para usar células iPS humanas. En particular, el estudio propuesto por el Instituto RIKEN de Investigación y la Fundación para Investigación Biomédica tendrá como objetivo utilizar este tipo de células madre para el tratamiento de la degeneración macular. Esta enfermedad, asociada a la edad, provoca que las áreas del campo visual pierdan nitidez y se vuelvan turbias y borrosas.

La idea propuesta por los investigadores japoneses consiste en extraer células adultas a partir de la piel, y desdiferenciarlas hasta el estadio de células iPS humanas. Una vez realizado este paso, se tratará de programar estas células madre para que den lugar a tejido de la retina, que será luego implantado en pacientes con degeneración macular asociada a la edad.

Los científicos, tras la realización de este primer ensayo clínico, podrán demostrar o descartar el poder de estas células iPS humanas en el tratamiento terapéutico de esta enfermedad. Si consiguen que los pacientes sean capaces de recuperar la visión (total o parcialmente), se podrá demostrar por primera vez que, efectivamente, este tipo de células son capaces de ser usadas en medicina regenerativa.

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