Es una realidad que en el siglo XXI a los altos cargos políticos de las democracias occidentales lo de dimitir no les va pase lo que pase al igual que desgraciadamente también son contadas las ocasiones en las que se producen ceses de ministros a pesar de que no cumplan con sus funciones o metan la pata hasta el corvejón. Esta es la vergonzante tónica general, dentro de la que encontramos casos especialmente sangrantes como por ejemplo el de la ministra de cultura española Ángeles González-Sinde cuyo no cese por parte del presidente del gobierno se ha convertido en todavía más inexplicable con los últimos acontecimientos ocurridos en relación a la SGAE.

El caso de la ministra Sinde es especialmente sangrante por que, entre otras cosas que también comentaré, a lo largo de la legislatura ha ido demostrando una y otra vez lo que muchos teníamos claro desde el principio, que simplemente no vale para desempeñar el cargo que ostenta. Por ejemplo tenemos que:

  • Estamos ante una ministra con nula capacidad para escuchar a todos los implicados en el debate de la propiedad intelectual --por mucho que ella insista en que lo hace ahí están los hechos--.
  • Ángeles González-Sinde se encuentra absolutamente desligada de la realidad.
  • Tiene predilección absoluta por las tesis de el lobby del copyright.
  • Aunque se le dio carpetazo a la denuncia contra Sinde en la que se defendía su obligación de inhibirse del cargo por conflicto de intereses, los sólidos argumentos de por qué incurre en conflicto de intereses ahí siguen.
  • Tampoco ha sido capaz de cumplir con una de sus obligaciones más importantes: potenciar la extensión de la cultura en el sentido más amplio de la palabra --por ejemplo evolucionando a base de leyes el sector industrial ligado a ella--.

En resumen, desde hace tiempo existen motivos de sobra para expulsar a Sinde del equipo de gobierno y a todos ellos en las últimas semanas se ha sumado el caso SGAE por el cual sin duda Zapatero la debería haber cesado de sus funciones de forma inmediata al elevar el mismo el grado de incompetencia de la ministra hasta cotas inadmisibles (o mejor dicho, aún más inadmisibles ya que como muestran los anteriores argumentos la incompetencia de Sinde es la razón principal que justifica su cese).

Y es que aunque Ángeles González-Sinde se empeñe en echar balones fuera, el ministerio que dirige es uno de los responsables directos de la situación en la que se encuentra la Sociedad General de Autores y Editores y no solamente eso, el caso también ha destapado irregularidades como el traspaso de competencias sobre la SGAE al ejecutivo vasco que el Gobierno no tenía.

¿Por qué sigue entonces Sinde en su cargo? es la pregunta obvia ante tanto fundamento de peso para la que en base a lo dicho y pistas del pasado, solamente se me ocurre una explicación: Zapatero nombró y mantiene en su puesto a Sinde pese a su manifiesta incompetencia por que así lo quieren desde los Estados Unidos al ser una ministra que apoya plenamente las fórmulas “antipiratería” que dicha nación están intentando extender a toda costa por todo el globo.

Puede que me equivoque de plano y simplemente Ángeles González-Sinde siga en su puesto debido a que el presidente del gobierno cree de verdad que cumple correctamente con sus obligaciones y que las acciones que ha emprendido son las mejores, pero si estoy en lo cierto --lo que nunca sabremos-- llegamos a otra conclusión verdaderamente grave: que Zapatero se pasa por el arco del triunfo la soberanía popular para responder a las exigencias llegadas desde Estados Unidos y sus feroces bestias del copyright.

Sea por la razón que sea, una cosa tengo clara: en las próximas y cercanas elecciones generales, #nolesvotes.

Imagen: Kurioso

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